Le aseguro algo: ¡esto va a pasar! Inexorablemente ha de ser así. Por eso, lo importante habrá sido cuán acertadamente hayamos logrado transitar este “mientras tanto”, pero sin perder de vista que la pandemia, aunque no conozcamos su fecha, tiene vencimiento. Cierto, esto no ha de ser sin haber dejado secuelas, como así tampoco aprendizajes. ¿Cómo será nuestra vida cotidiana en lo que metafóricamente hemos llamado: “el día D”?
En la post pandemia seguramente la mayoría de nosotros habremos aprendido que no estuvimos solos y que lo no presencial no fue impedimento alguno para estrechar lazos, sino más bien lo contrario, ya que en muchos casos hemos estado más presentes que antes. Todos necesitamos una red social de contención y conectarse, aunque virtualmente, con amigos, familiares y con nuestros trabajos nos permitió, a pesar del aislamiento, mantenernos en contacto de la manera más impensada; seguramente no volveremos a descuidar tan fácilmente este logro.
También sería deseable que hayamos incorporado el hábito de la actividad física que en aquellos tiempos tuvimos que adaptar, y, el seguir realizándola, nos permitirá mantener en línea los niveles de adrenalina y cortisol para poder seguir llevando a tiro las riendas del estrés.
Seguiremos realizando aquello que naturalmente nos gusta, aquello que pudimos elegir: ya sea leer, cocinar, bailar, escuchar música, ejecutarla o cualquier otra actividad que la pandemia nos haya dado la posibilidad de realizar, que nos produce bienestar y que funciona como “medicina” en nuestras vidas.
Los esfuerzos por reordenar las rutinas seguramente nos hayan ayudado a regularizar nuestro descanso, indispensable para vivenciar de mejor modo el día siguiente.
Y lo más importante; que los momentos de abatimiento producidos por aquellas circunstancias y el confinamiento por los que todos nos hemos visto obligados a atravesar, hayan funcionado como el escenario propicio, ese que nos permite darnos cuenta de que somos mucho más capaces de resistir y mucho más resilientes de lo que nosotros mismos creíamos.
Lic. Mariano Gómez
Psicólogo Clínico
M.N.: 29.628